Escoria
Steve Stone era un ex-policía que ahora trabajaba por libre como detective privado. Era un tipo alto, fuerte, curtido en mil peleas y asqueado del hedor de los bajos fondos de la ciudad. Esa asquerosa ciudad. Su ciudad. Andaba tras la pista de Tonny “Gatillo”, un tipo que tenía fama de tener unos gustos sexuales un tanto desviados. Un mal tipo. Eran las tres de la madrugada y estaba esperando un soplo mientras tomaba un café en el bar de la esquina de la calle 43 con la 52. Su soplón llegaba tarde.
Al de un rato entró en el bar un tiparraco bajito y de aspecto nervioso, envuelto en una gruesa gabardina gris oscuro y un sombrero de ala ancha a juego. El fulano miró dentro del bar, y se acercó a Steve receloso y mirando de reojo hacia todos los lados.
- ¿Es usted el señor Stone?
- Eso dicen...
- No me dijo que esto fuera un bar de policias, creo que me voy a marchar
El tiparraco hizo ademán de marcharse, pero Steve le agarro fuertemente del brazo y le obligó a sentarse en una de las mesas. Sacó un cigarrillo y lo encendió con una ceremoniosa parsimonia.
- Ya que estás aquí ¿no iras a dejarme con las ganas no? ¡Desembucha!
El tipo miró hacia todos los lados y a través del cristal buscando que nadie le hubiera seguido.
- La información cuesta mucho dinero. Como le dije hablamos de 300 de los grandes
- Tu desembucha, y ya veremos si vale tanto como dices
- La niña no fue asesinada por quien usted cree. Lo hizo otro.
- Continua
- Tonny “Gatillo” solo hace una parte del trabajo. Trabaja por orden de Jack “dientes de tiburon”. Estamos hablando de las altas esferas. Me estoy jugando el pellejo....
- No eres más que un indeseable, asi que no quieras que me compadezca de ti. Lo que me has contado lo sabe hasta la más miserable de las ratas de la ciudad. No me hagas perder el tiempo.
- Está bien, está bien. Se rumorea que Jack recive encargos de Sam Gordon, el ayudante del alcalde.
Steve mostro cara de incredulidad, e hizo amago de levantarse de la mesa.
- Es cierto, mi fuente es fiable. Y ahora esos 300. Era lo acordado.
- ¿300? Toma 50, con esto tienes de sobra para tu funeral maldito bastardo.
El tiparraco cogió el dinero de mala gana profiriendo insultos y maldiciendo a Steve. Salió del bar tratando de esconder su cara tras su gruesa gabardina. Diez segundos más tarde se oyó un tiroteo. Una rafaga. El sonido inconfundible de una Thompson. Un indeseable menos.
Etiquetas: Reflexiones
2 Tus Comentarios:
^^ Una Thompson! que gracia, yo se de uno que tiene una replica ;)... pero pesa mucho, jejeje. Este relato es distinto a los otros.. no es erotico pero tiene su que.. en definitiva la conclusión seria que me gusta como escribes :)
que bien lo haces, vaya imaginacion que le echas al asunto.
m molan tus relatos.
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