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domingo, septiembre 04, 2005

Historias de Cafetería (II)

Jenny era camarera. Era joven, apenas 25 años recién cumplidos. Trabajaba en una mugrienta cafetería del West Side de Atlanta, uno de los peores barrios de la ciudad. Todos los días camino del trabajo tenía que aguantar a borrachos, yonkis y exhibicionistas. Estaba asqueada. Toda una juventud malgastada detrás de una barra sirviendo cafés a indeseables. Ella valía mucho más.

Todos los días cuando llegaba a trabajar encendía la radio. “Atentado en un teatro de Moscú, según fuentes no oficiales al menos hay…”. Le gustaba escuchar las noticias y soñar que estaba en alguno de los países donde ocurrían las noticias “una ola gigante arrasa la costa de Filipinas…”. Eso la alejaba de la realidad, de su cruel y asquerosa realidad. Soñaba con ser azafata de vuelo, para poder escapar. “accidente de un autobus en Rosario, Argentina. No hay supervivientes”.

Por el escaparate podía ver como jóvenes asaltaban a ancianas para robarles la pensión y poder comprar droga “El primer ministro francés visita a los afectados…”. Pensaba que no se podía caer tan bajo. Traficantes de crack dándoles dosis gratis a los niños que salían de la escuela estatal de la esquina. “Al menos 10 marines muertos en Basora…”. Borrachos peleándose por una colilla tirada en el suelo días antes. Atracos en la licorería de enfrente. “Golpe de estado en la pequeña república de Kazajistan…” Ya no podía más. Había decidido dejarlo al finalizar esa semana. No era la primera vez que lo había decidido, pero necesitaba pagar el alquiler, el colegio de John… gastos, gastos, gastos….

Su jefe era un bastardo, gordo, sucio y feo que no le miraba a la cara, solo el escote. “se abre un rayo de esperanza para los 127 mineros atrapados en Xau Xae Hung…”. Solo de pensarlo se le revolvía el estomago. Podría ser su hija, casi su nieta. Siempre las mismas caras, las mismas miradas lascivas de algunos clientes. “prosigue la violencia racista en Zimbawe…” En cuanto podía salía al patio trasero a respirar y fumarse un cigarrillo. Dios, incluso ese olor mareante a vómito y desperdicios era mejor que estar un minuto más dentro. Entonces su jefe le llamaba a gritos. Según él era una vaga. Si seguía así la despediría. Ya no podía más.

[…]

“Ultimas noticias, tiroteo en una cafetería del West Side. Joven camarera muere camino del hospital…”

Ya no podía más

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3 Tus Comentarios:

At 4/9/05 10:31 p. m., Blogger jani said...

d donde sacas la historia?

por cierto , he vuelto por estos andurriales, jajajjajaj.

salu2

 
At 6/9/05 4:59 p. m., Blogger tiposmágicos said...

triste, incluso no hace falta irse al "west side". podría ser aquí mismo, en bilbao, y la caqmarera podría tener infinidad de nombres locales. tal vez eso lo hace más triste aun.
por cierto, el jefe... vale que sea un bastardo sucio, pero ¿por qué siempre se asocia la gordura a los bastardos sucios y libidinosos? claro. un deportista como tú ¿ha empezado a caer en la discriminación del aspecto físico?.
de todas formas, aquí va la admiración de un gordo.

 
At 6/9/05 5:22 p. m., Blogger Kepa said...

Pues no había caido, pero supongo que estaré influenciado por el cine y los estereotipos. Y me jode, por que precisamente lucho por desterrarlos. Supongo que quitando "gordo", la historia no cambia.

Acepto la estocada, y la proxima vez estaré mas atento

Muchas gracias!!!!!

 

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