Historias de Cafetería

Hoy me ha dado por escribir, inspirado por Ani DiFranco. No es gran cosa, pero me apetecía compartirlo. Hay otros mundos además de la montaña.


Eran las 8 de la mañana y como cada día de los últimos 6 meses estaba en su mesa de siempre, justo enfrente de la cristalera. Le gustaba observar la calle y ver pasar a la gente mientras tomaba un café antes de ir a la oficina.

- Café solo y un donuts por favor (tengo que dejar los donuts, que ya llega el verano musitó en voz baja)

A las 8:15 como todos los días apereció él. Hoy vestía un elegante traje de ralla diplomatica, moderno, muy a la moda. Era alto, moreno, con el pelo alborotado y cara de niño. No podía engañarse, le gustaba. Era muy atractivo. Trabajaba en el edificio de enfrente, en un despacho de abogados. Siempre pasaba por delante de la cristalera de la cafetería con aire despistado. Siempre la misma rutina pensaba. Se moría de ganas de hablar con él.

Todos los días le veía pasar por delante y dirigirse hacia la entrada del edificio donde trabajaba. Pero hoy no. Justo cuando pasaba por delante se detuvo, hizo un gesto de sorpresa y sacó el telefono movil. Nunca había disfrutado tanto. Le tenía delante, alto, esbelto.... Comenzó a soñar. Una noche loca de amor desenfrenado. El sabor de sus besos, el olor de su piel, el sudor...

- Disculpe, su café, pero me temo que no nos quedan donuts (mejor, pensó)

Despertó bruscamente de su sueño. Él ya no estaba. Más rutina. Alzó la mirada buscando al camarero para poder pagar y empezar una nueva y aburrida jornada de informes, llamadas de teléfono.... Entonces le vió. Era él. Estaba justo al lado suyo, buscando una mesa libre. No pudo resistirse.

- Disculpe. Si está buscando un sitio libre me temo que le va a ser muy dificil. Ha estas horas siempre esta lleno

- Le importa si me siento en su mesa?

- ¡En absoluto! Pero por favor tutéeme. Mi nombre es Luis

- Encantado, yo me llamo Fernando, trabajo aquí enfrente

- Lo sé....

[...]

Ese día llegó tarde a trabajar. Era la primera vez.




Podeis ser hirientemente sinceros conmigo. Creo que lo soportaré.