La noche de San Juan

La noche de San Juan siempre ha sido muy especial para mí. Coincidiendo con el fin del curso escolar, empezaban las fiestas de mi pueblo. Para mí era toda una liberación, y el fuego de San Juan (apropiado indebidamente por la iglesia cristiana con el fin de acabar con la fiesta pagana que celebraba el solsticio de verano) formaba parte del paisaje.

Ahora que soy más mayor y las fiestas de mi pueblo me importan un pimiento, y ya pasé la etapa de estudiante (por suerte para mí) el fuego de San Juan ha pasado a tener un significado especial para mi. Marca un punto de inflexión en el año, es la purificación de mi espíritu, en el que quemo (ha veces de forma real y otras de una forma onírica) todos mis malos espíritus, mis miedos y mis pecados (que los tengo y muchos, incluso algunos inconfesables).

El fuego de San Juan se encarga de devorar todo lo negro que hay en nosotros. Pero no de forma inmediata, va poco a poco. A veces tarda meses e incluso años. Algo tiene esta noche y este fuego que a todos nos atrae, en especial a los niños. Aparentemente es un fuego como otro cualquiera. Pero no. Es especial. Hasta ahora no sabía por que. Pero este año lo he podido descubrir. El fuego de San Juan es el corazón del Demiurgo del fuego, el más poderoso de los 4 elementos; aire, tierra, agua y fuego.

El Demiurgo del fuego es esquivo, inconstante, fugaz. Pero si se observa bien, detenidamente y con paciencia, es posible verle. Yo le he visto. Me miraba:

Fuego I	Niños
Fuego II	Brasas
El Demiurgo

En la última foto, si os fijáis bien, a la derecha se ve una siniestra cara, es la cara del Demiurgo del Fuego.