Pico Lecherín (2566 m)

Segundo día de las vacaciones de verano, de nuevo desde Rigüelo pero en dirección contraria a la del día anterior, y de nuevo en compañía de Pablo "Porma", que no hace más que protestar por que le he hecho madrugar jejejeje. El objetivo esta vez era el Pico Lecherín, también conocido como el Pico de la Garganta de Borau. Salimos pronto, Porma y yo, y enlazamos en poco tiempo con la GR11 que se dirigía hacia el collado de la Madalena.

Una rampa que se nos hizo dura pero que nos permitió disfrutar de unas vistas inmejorables sobre el Aspe y su famosa cresta de los Murciélagos, una clásica de la zona. Por no hablar de las vistas sobre todo Napazal y los picos que la circundan.

Lecherines y Rigüelo (I)	Aspe y cresta de los murciélagos
Hacia Napazal	Cresta de los murciélagos
Vista atrás

En el collado de la Madalena se enlaza con una pista que nos lleva en poco tiempo a un antiguo refugio militar hoy casi en desuso pero que se suele utilizar para dormir e incluso como base de operaciones de espeleólogos, ya que la zona es rica en cuevas, simas y demás.

Del refugio, sin camino definido, se bordea el Pico Rigüelo y los Mallos de Lecherines, siempre con el Pico Lecherín a la vista y a lo lejos. Sin perder el ritmo y ganando altura poco a poco se han de pasar varias pedreras, no muy incómodas, que se deslizan desde los Mallos de Lecherines, un monte precioso con su curiosa forma cilíndrica.

Dan ganas de subirse a los Mallos, pero según las guías, es un monte para solitarios, frikis y demás, de escalada peligrosa y de resultado incierto. Podemos comprobar "in situ" efectivamente que es un monte que se va desintegrando poco a poco.

Desde el collado de la Madalena	Collarada
Ladeando	Mallos de Lecherines (I)
Pico Lecherín (I)	Mallos de Lecherines (II)

Llegamos a un evidente collado entre los Mallos de Lecherines y el Pico Lecherín y nos ponemos manos a la obra. Hay que trepar. Buscamos una evidente chimenea que no hay que coger, sino siguiendo los hitos, se supera esquivándola por la derecha según se sube. Esta trepada, sencilla y sin riesgo, le da a esta montaña un aliciente especial.

Es una cima bicéfala y con buzón, separada precisamente por esa evidente canal que comentaba anteriormente. Las vistas sobre las gargantas, Aspe y Canfranc son impagables. Nos sorprende la soledad en la que estamos, sobre todo por que vemos que la cima del Aspe está a rebosar de gente.

Pico Lecherín (II)	Trepando a la cima
Mallos de Lecherines y Rigüelo	Mallos de Lecherines (III)
Aspe	Canfranc al fondo

Estaban anunciadas tormentas para ese día, y la verdad es que mientras ascendíamos habíamos comprobado como el día se iba estropeando poco a poco, así que decidimos no entretenernos demasiado y comenzar a descender.

Descendemos primero del cono que forma la cima del Pico Lecherín y nos tiramos por una pedrera muy incómoda en dirección contraria a la que traíamos desde el refugio militar, en dirección a la garganta de Aísa, con el fin de contactar con la subida normal de aproximación a la cresta de los murciélagos. No hay camino, así que nos lo inventamos buscando los lugares más evidentes y siguiendo algún hito disperso y despistado que nos encontramos por ahí.

Echando la vista atrás podemos disfrutar de las bellas formas del Pico Lecherín y de los Mallos de Lecherines. A la tarde efectivamente cae una tormenta de la leche sobre Aísa y parte de la Jacetania.

Dejamos el Pico Lecherín	Mar de Piedras
Descendemos	Mallos de Lecherines (IV)
Pico Rigüelo	Garganta de Aísa
Lecherines y Rigüelo (II)