Te regalo un atardecer

El Cantábrico es caprichoso, a veces impredecible. Un día caluroso y soleado en cuestión de minutos se puede tornar frío y quedar cubierto por una espesa niebla. Los que vivimos a su orilla sabemos como se las gasta el viento y las brisas que rolan al norte.

Pero el Cantábrico también es generoso, y en las soleadas tardes de primavera nos deleita con preciosos atardeceres. Esto es lo que no pude enseñarte cuando viniste, por eso hoy te regalo este atardecer, para que sueñes y te dejes llevar... por la ilusión...

Atardecer (I)	Atardecer (II)
Atardecer (III)	Iridiscencias
Atardecer (IV)	Atardecer (V)
Barcos a la deriva

El sol va cayendo y el cielo se tiñe de rojo. Los últimos rayos de sol se cuelan entre las nubes que pasan despacio como barcos a la deriva. Como esos barcos que abandonan el puerto exterior de Bilbao, casi en silencio.

Atardecer (VI)	Atardecer (VII)
Atardecer (VIII)	Atardecer (IX)
Atardecer (X)	Atardecer (XI)

Nuestros caminos se cruzaron un buen día, como los barcos en altamar. El azar es a veces tan caprichoso como el Cantábrico. Las previsiones meteorológicas eran malas, pero los dos acudimos a nuestra cita en las cumbres blancas...

Atardecer (XII)	Atardecer (XIII)
Atardecer (XIV)	Atardecer (XV)
Atardecer (XVI)	Atardecer (XVII)
Atardecer (XVIII)