El viejo Bilbao

Bilbao. Ciudad centenaria, sin mar pero con un gran tráfico marítimo a la vera de su ría. La ría, esa ría pestilente y sucia que atrae y hace huir al mismo tiempo, que vertebra la ciudad.

Comenzamos el paseo por el viejo Bilbao en la Gran Vía, con sus casas y palacetes, con el edificio de la Diputación, emblema de la arquitectura de principio del siglo XX, tan cercano, pero que destila ya cierto olor añejo. Poco a poco vamos descendiendo en dirección a la calle Navarra mientras pasamos junto a los edificios más fastuosos de la ciudad, esos mastodontes recargados en detalles a veces y de recio sabor institucional otras tantas, los edificios de los bancos.

Nos recibe Don Diego López de Haro, señor de Bizkaia, que preside la Plaza Circular, otrora Plaza de España. Poca gente sabe que esta estatua no estuvo ahí siempre. La llamaban "la viajera" ya que cambió varias veces de pedestal. Cruzamos el puente del Arenal mientras a nuestra derecha aparece un edificio feo, gris y sucio, que muy poca gente sabe que es el primer rascacielos de Bilbao, autentico nexo de unión entre el Bilbao medieval (al otro lado de la ría) y el ensanche que vio crecer allá por el siglo XIX-XX.

Palacio de la Diputación	Escudo de Bizkaia
Farola	La banca (I)
La banca (II)	Don Diego López de Haro
Primer rascacielos de Bilbao

Nos metemos de lleno en el corazón del Bilbao medieval, en la plaza de la catedral, consagrada a Santiago, Patrón de España. Pequeña y coqueta, cuesta creer que no es la iglesia más importante de Bilbao. Ese honor lo tienen reservado la Basílica de Begoña y la Iglesia de San Antón. Recientemente arreglada y restaurada ha recobrado su antiguo esplendor.

Catedral (I)	Caras
Aguja	Puerta al infierno
Rosetón	Vidriera (I)
Vidriera (II)

El siempre bullicioso casco viejo de Bilbao recobró su belleza tras las fatídicas inundaciones de 1983. Aún es posible ver en algunas fachadas la marca de hasta donde llegó en agua. Intricadas calles nos harán perder el rumbo, por cantones estrechos que comunican Tendería, Carnicería Vieja, Artecalle, Velostecalle, Ronda, Barrencalle, Barrencalle Barrena y Somera, el corazón del Casco Viejo.

Callejeando (I)	Callejeando (II)
Callejeando (III)	Disturbios
Balconada	Selva

Dirigimos nuestros pasos hacia la iglesia de San Antón, la que aparece en el escudo junto con el puente de piedra o de San Antón, el único paso sobre la ría muchos siglos atrás, punto aduanero junto a una de las puertas de la ciudad amurallada. En las obras de rehabilitación de la Iglesia salieron a relucir los restos de la muralla, de la que la iglesia formaba parte.

Junto a la iglesia, el mercado de la rivera, uno de los más grandes en superficie de Europa, hoy casi abandonado, sucio y viejo que espera ser reformado para que pueda recuperar el trajín de amas de casa, abuelas y viudos en sus quehaceres diarios.

San Antón (I)	Puente de piedra
San Antón (II)	Mercado de la Ribera
La Ribera

Dejamos el casco Viejo para contemplar los jardines del Arenas, con sus plátanos centenarios, sus fuentes y sus estatuas. Los domingos la banda municipal deleita a propios y extraños con sus notas y partituras en el coqueto kiosco que preside los jardines.

Kiosco del Arenal (I)	Kiosco del Arenal (II)
Fuente	Rana

No podemos olvidarnos del Teatro Juan Crisostomo de Arriaga, dedicado al compositor del que toma nombre, niño prodigio conocido como el “Mozart español” y que murió en París a la temprana edad de 19 años.

Muy cerca del teatro se encuentra el ayuntamiento, obra ecléctica de finales del XIX, y justo en frente, una enorme obra de Oteiza, que nos servirá de unión para nuestro siguiente paseo, por el nuevo Bilbao.

Teatro Arriaga	Ayuntamiento
En "azules"